Material de apoyo didáctico para las alumnas del Colegio. Encontrarán imágenes, textos, links de museos y sitios y videos que complementan las clases. Lic. y Prof. Cecilia Slaby- Prof. Micaela Laprida

lunes, 4 de marzo de 2013

pintura manierista- selección de obras pictóricas





Parmiggiano (1503-1540)“Madonna del cuello largo”- formas intencionadamente alargadas de las extremidades, el contraste cromático,
las figuras agolpadas en un lateral del lienzo, o el movimiento deslizante del niño en el regazo de
la madre dan cuenta de una intencionalidad manierista







El descendimiento de la cruz, conocida en italiano como La Deposizione, es considerada generalmente la obra maestra del pintor renacentista italiano Rosso Fiorentino. Este panel mide 333 cm de alto y 196 cm de ancho. Está datado en el año 1521. Pintada inicialmente para la catedral de Volterra,
Las figuras son desproporcionadas, con cabezas más bien pequeñas y los cuerpos alargados. No existe coherencia tampoco en la luz, pues parece que hay fuentes diversas.






“Venus
abrazada por Cupido” todo un paradigma de los
principios estéticos y filosóficos de la minoría intelectual
del siglo XVI, tanto en el tipo de composición y distorsión
forma, como por el fin de expresar contenidos morales a
través de unos formas profundamente eróticas. Esta
pintura ha recibido títulos diversos: "Venus, Cupido, la
Locura y el Tiempo", "El Placer y el Juego" o, simplemente, "Alegoría", lo que indica que se
desconoce la clave para descifrar su exacto significado. La composición muestra en el centro a
Venus, la diosa pagana del amor, desnuda; sostiene con su mano derecha una de las flechas de
Cupido y con la izquierda una manzana de oro. Su hijo, el joven Cupido alado, la abraza de una
forma muy sugestiva y erótica: besándola en la boca abrazándola por el pecho y la cabeza. A la
derecha del grupo central encontramos un niño con cara de felicidad que, según los expertos,
representa el Placer: es un "putto" que se dispone a tirar un manojo de rosas; esta figura infantil
lleva cascabeles en los tobillos y ha pisado un haz de espinas con el pie derecho. Le sigue una
extraña joven vestida de verde que deja entrever bajo el vestido un cuerpo en forma de serpiente
enroscada. Probablemente simboliza el Engaño, una calidad desagradable -de aspecto
encantador, pero detestable bajo la superficie- que suele acompañar al Amor. A la izquierda del
grupo central, recortado por el perfil del cuerpo y de la ala de Cupido, aparece un personaje que
se arranca los cabellos con las manos, y tiene un rostro crispado por una horrible mueca .
Representa los Celos, esta mezcla de envidia y desesperación que también a menudo acompaña
al Amor. Las dos figuras principales se encuentran sobre un fondo compuesto por una tela azul y
un cojín de seda roja, detrás del cual aparecen, en la parte superior, dos figuras levantando una
cortina que, por lo que parece, escondía la escena. El hombre es el Padre Tiempo, tiene alas y
lleva su simbólico reloj de arena. Es el Tiempo, quien advierte sobre las múltiples complicaciones
que acechan al tipo de amor lujurioso aquí representado. La mujer de perfil situada delante de él a
la izquierda, que por el hieratismo de su rostro parece llevar una máscara similar a las que se
encuentran a los pies de Venus, se interpreta como la Verdad; es quien desenmascara la difícil
situación de terrores y placeres que, inevitablemente, conllevan los dones de Venus.
Ha sido interpretado sucesivamente, como símbolo de la mentira y de los celos. Según
Vasari, el cuadro representa la seducción de Venus por Cupido, con la comparecencia del Placer y
la Burla -a la derecha-, y la Hipocresía y los Celos. Para los historiadores contemporáneos, el
cuadro tienen que tomarse como símbolo de que el placer que produce el Amor se convierte con
el tiempo en celos y desesperación. También se ha sugerido que representa la sumisión de
Cupido a Venus, en presencia de las fuerzas que rigen la vida. El cuadro comunica, por lo tanto,
una máxima moral: que los celos y el engaño pueden ser los acompañantes del Amor, de la
misma manera que lo es el Placer. Sin embargo, este mensaje moral no nos llega directamente,
sino mediante una compleja alegoría que utiliza el sistema de las personificaciones. El objetivo de
esta pintura no era describir lúcidamente una historia para los iletrados, sino intrigar a un público muy erudito y, en cierta manera, jugar con él. La obra fue ejecutada para el Gran Duque de
Toscana y éste lo regaló a Francisco I rey de Francia. Era, por tanto, una pintura pensada para
entretener y edificar a una minoría cultivada.


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