Esta
federación de pueblos no comprendía sólo a una serie de poblaciones urbanas, sino que se complementaba con
estancias y yerbales que ocupaban una vastísima región.
Apenas
en un quinto de esta superficie se encontraban ubicados los pueblos. La
estructuración estaba dada por los cursos de agua: los ríos Paraná y Uruguay,
sus afluentes y los pequeños riachos que estacionalmente se formaban.
Los
jesuitas
aplicaron una concepción de la acción evangelizadora que:
1) se diferenciaba de las demás
órdenes
2) contradecía aspectos del sistema
colonial
3) aspiraba a
la realización del Reino de Dios en la
tierra.
Las
reducciones debían:
1) controlar y cristianizar
2) constituir polos económicos y
militares
3) detener el
avance de los bandeirantes
paulistas que amenazaban con establecer el dominio portugués sobre
tierras
que aún se hallaban en litigio.
Reducción de San Ignacio Miní |
Las ruinas más conocidas de la
reducción de San Ignacio Miní,
una misión jesuítica fundada por el padre jesuita, hoy san Roque González de
Santa Cruz a comienzos del siglo XVII para evangelizar a los nativos guaraníes,
se encuentran en la actual localidad de San Ignacio, en
Misiones.
Inicialmente entre los
siglos XVI y XVIII el territorio formaba la
región hispanojesuítica
de La
Guayrá.
Los jesuitas lograron, mediante
el
desarrollo de las bases estéticas de la cultura guaraní y de sus propias
propuestas renacentistas
y barrocas, un
nivel de comunicación
con
los indígenas que nunca tuvieron los conquistadores, ni los encomenderos ni sus
descendientes.
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